lunes, 15 de abril de 2013

EL DESARROLLO DEL LENGUAJE EN EL PREESCOLAR: ALGUNOS RESULTADOS.



RELATORÍA
EL DESARROLLO DEL LENGUAJE EN EL PREESCOLAR: ALGUNOS RESULTADOS.

El lenguaje, además de ser una herramienta básica para comunicarnos con nuestros semejantes, nos permite estructurar y ordenar la realidad que nos rodea, promueve determinadas formas de pensar, analizar y reflexionar sobre la experiencia cotidiana. Sin lenguaje, o con lenguaje deficiente, las oportunidades de la vida se nos restringen muchísimo: nuestra sociedad es esencialmente una sociedad que se apoya en la palabra.

El lenguaje infantil, en su etapa preescolar, tiene varias fases muy diferenciadas entre sí. Su evolución es la más destacada dentro de toda la infancia pues le permite el paso de una imposibilidad total de comunicación concreta al más completo intercambio de ideas.

Hoy día comprobamos que, a nivel escolar, hay una proporción mayor de fracaso, atribuida, a lo menos en parte, a un desarrollo lingüístico diferente al esperado por la escuela. Esto nos llevó a interesarnos en estudiar el lenguaje de los niños pobres, más específicamente a comparar el desarrollo del lenguaje en niños pobres que asistían a jardines infantiles con los que permanecían en sus casas.

El progreso del lenguaje oral tiene un papel primordial en la educación ya que está vinculado con los seis campos formativos de desarrollar en el actual programa de preescolar y por medio de el los niños tienen la posibilidad de expresar o interpretar cualquier tipo de información observada en la realidad inmediata e incluso dar a conocer las fantasías que el pequeño tiene.
El entorno social tiene influencia sobre lo que el niños piensa y como lo piensa, las estructuras sociales también tienen peso sobre las estructuras de conocimiento, las cuales afectan directamente los procesos cognitivos indicadores del coeficiente intelectual. El conocimiento y las habilidades se transmiten de generación en generación a través de la cultura

Nivel léxico-semántico: Para el estudio, descripción y análisis de este nivel lingüístico, que contempla las categorías de palabras y su valor referencial, hemos hecho uso del concepto de campo o dominio semántico de Nida
(1975).

El lenguaje es la expresión más compleja y diferenciada de la función simbólica. Por ello la dimensión semántica del aprendizaje de la lengua no  puede reducirse al ámbito de la comunicación. Participa también de la elaboración de conceptos y de la plasmación en comportamientos.
La producción de las primeras palabras por el niño supone un logro muy interesante: las palabras son el resultado de la fusión de secuencias fonéticas y de significados.


Las estructuras sintácticas de una lengua son limitadas, sin embargo pueden dar lugar a un número no limitado de mensajes posibles. Este hecho es posible gracias a una característica de la lengua denominada recursividad. También la recursividad ofrece la posibilidad teóricamente indefinida de ir encajando unas estructuras sintácticas dentro de otras.



El nivel fonético-fonológico es un cambio influido básica por factores internos, relacionados con las propiedades articulatorias o facilidad de articulación como la asimilación fonética, la disimilación y otros fenómenos como la epéntesis o elisión de sonidos. La Fonología es la ciencia que estudia los fonemas, que se representan entre barras: /b/, /d/. El sonido es la realización concreta e individual de un fonema pronunciado por una persona. Los hablantes producen variantes diferentes de un mismo fonema. La Fonética es la ciencia que estudia los sonidos, que se representan entre corchetes: [d], [ð].



En el desarrollo pragmático resulta fundamental la intencionalidad. El niño va des­cubriendo que puede expresar sus intenciones mediante el lenguaje. Como esta tarea es compleja, los padres suelen ayudar al niño construyendo un «andamiaje» (Bruner, 1986), interpretando lo que el niño va a decir antes de que lo diga y ayu­dándole a expresarse.

Pragmático se analizan diferentes variables relevantes para la comprensión de un enunciado o para explicar la elección de determinadas formas de realizar el enunciado en función de los factores contextuales. Entre las variables relevantes están:
La situación: En esta parte se analiza el lugar y el tiempo donde ocurre el discurso. El contexto socio-cultural. Las personas presentes y el tipo de relación.
La información presuntamente compartida, concreta.

El emisor
Destinatario
Enunciado y el tono de mensaje


Nivel paralingüístico: La importancia funcional que este tipo de comunicación tiene, desde una perspectiva lingüística general, es especialmente notoria en las primeras etapas de desarrollo evolutivo. El lenguaje gestual o paralenguaje, no sólo cumple con una función reguladora de la intención verbal, al igual que lo hacen diversos rasgos prosódicos, sino que además esta función de control se traduce en marcas de mayor o menor intimidad entre el emisor y el receptor en el proceso de comunicación oral, como también se le atribuye un valor convencional de tipo social y afectivo en la expresión de emociones y sentimientos.

El tono triste, alegre, entrecortado o fuerte con que alguien dice un ¡HOLA! O un ¡ADIÓS!, la rapidez o lentitud con que se habla, el énfasis al pronunciar ciertas palabras son rasgos que tiene valor significativo. Además, al hablar aparecen normalmente elementos que pueden no ser conscientes, pero que modifican la compresión del mensaje en algún sentido. Algunas características que acompañan a la información paralingüística como:
La intensidad o el volumen de la voz.
La velocidad de emisión de los enunciados.
El tono y las variantes de entonación y la duración de las sílabas.
El llanto, la risa, el ritmo, la fluidez, el control de órganos respiratorios y articulatorios, etc.
Permiten extraer información sobre el estado anímico u otra información contextual sobre el emisor y constituyen algunos de los principales elementos paralingüística

EL ADULTO COMO FACILITADOR DEL LENGUAJE

El adulto como mediador Es del todo obvio que sin la mediación del adulto el niño llegará tarde a la literatura, y lo más probable es que no llegue. El adulto es el puente insustituible. Y para que ese puente funcione bien, son necesarios ciertos requisitos



Disposición
El primero de ellos es la disposición.  Una buena disposición significa que el adulto comprende y valora el asunto, que está convencido de su importancia. A partir de aquí, comienza a tener solución el eterno problema de la falta de tiempo, ya que entonces el trabajo de iniciar al niño en el disfrute literario será situado entre las prioridades de la "agenda". Y como sabemos, para las cosas priorizadas el tiempo aparece, aunque sea a costa de otras cosas. Todo depende, obviamente, de nuestra escala de prioridades. Mientras el adulto no asuma  que el tiempo dedicado de este modo al niño es una "inversión" a largo plazo ―que promete frutos no cuantificables pero valiosísimos―, no habrá solución. Se requiere, por tanto, un profundo convencimiento, una especie de fe.
Capacidad de disfrute
La buena disposición del adulto implica también una capacidad de disfrute de ese trabajo, de modo que no le represente un "trabajo", ni un sacrificio de su tiempo, sino  un espacio de relajación y diversión, un espacio de auténtica sanación en medio de tantas cargas cotidianas. (El adulto  a menudo necesita convencerse de la necesidad y utilidad de hacer algo que en el fondo le gusta, para hacerlo  sin peso de conciencia. En este caso puede estar tranquilo.)
Memoria de la infancia
Otra gran ayuda para el adulto puede ser su propia memoria de la infancia: todo lo que esté en su memoria selectiva, de carácter anecdótico, emocional y sensorial: deseos, alegrías, imágenes, amores, rechazos, miedos, vergüenzas, curiosidades, sensaciones, etc. En la medida en que esa memoria sea rica, le será más fácil comprender las reacciones de los niños, e imaginar sus procesos más íntimos. En realidad, es la mejor clave que puede poseer el adulto para penetrar aunque sea un poco en el misterio de la infancia. Vale la pena que el adulto ejercite en este sentido su memoria, que medite detenidamente sobre su infancia tratando de recordar episodios, sensaciones, imágenes, emociones, afectividades, por intrascendentes que parezcan. Pero, atención: de ningún modo olvidará que cada historia personal es única, y que sería un error suponer que cuanto hubo o no hubo en su infancia tiene que haberlo o no haberlo en la de todo el mundo. La inteligencia de la memoria radica precisamente en saber distinguir lo general y lo particular en la experiencia vivida.
Orientación específica
Finalmente, el adulto por lo común necesita una orientación específica, de carácter profesional, que le ayude en esa función de puente entre los niños y la literatura. Una orientación que contribuya a que él mismo, como adulto, vaya disfrutando cada vez más, en la práctica, del lenguaje y el juego literarios.  Ese es el sentido de un curso o taller  especializado, sobre todo en lo relativo a manejo de repertorio, calidad de lectura y oralidad literaria.






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