RELATORÍA
EL
DESARROLLO DEL LENGUAJE EN EL PREESCOLAR: ALGUNOS RESULTADOS.
El lenguaje, además de ser una herramienta básica para
comunicarnos con nuestros semejantes, nos permite estructurar y ordenar la
realidad que nos rodea, promueve determinadas formas de pensar, analizar y
reflexionar sobre la experiencia cotidiana. Sin lenguaje, o con lenguaje
deficiente, las oportunidades de la vida se nos restringen muchísimo: nuestra
sociedad es esencialmente una sociedad que se apoya en la palabra.
El lenguaje infantil, en su etapa preescolar, tiene
varias fases muy diferenciadas entre sí. Su evolución es la más destacada
dentro de toda la infancia pues le permite el paso de una imposibilidad total
de comunicación concreta al más completo intercambio de ideas.
Hoy día comprobamos que, a nivel escolar, hay una
proporción mayor de fracaso, atribuida, a lo menos en parte, a un desarrollo
lingüístico diferente al esperado por la escuela. Esto nos llevó a interesarnos
en estudiar el lenguaje de los niños pobres, más específicamente a comparar el
desarrollo del lenguaje en niños pobres que asistían a jardines infantiles con
los que permanecían en sus casas.
El progreso del lenguaje oral tiene un papel primordial
en la educación ya que está vinculado con los seis campos formativos de
desarrollar en el actual programa de preescolar y por medio de el los niños
tienen la posibilidad de expresar o interpretar cualquier tipo de información
observada en la realidad inmediata e incluso dar a conocer las fantasías que el
pequeño tiene.
El entorno social tiene influencia sobre lo que el niños
piensa y como lo piensa, las estructuras sociales también tienen peso sobre las
estructuras de conocimiento, las cuales afectan directamente los procesos
cognitivos indicadores del coeficiente intelectual. El conocimiento y las
habilidades se transmiten de generación en generación a través de la cultura
Nivel
léxico-semántico: Para el estudio, descripción y análisis de este
nivel lingüístico, que contempla las categorías de palabras y su valor
referencial, hemos hecho uso del concepto de campo o dominio semántico de Nida
(1975).
El lenguaje es la expresión más compleja y diferenciada
de la función simbólica. Por ello la dimensión semántica del aprendizaje de la
lengua no puede reducirse al ámbito de la comunicación. Participa también
de la elaboración de conceptos y de la plasmación en comportamientos.
La producción de las primeras palabras
por el niño supone un logro muy interesante: las palabras son el resultado de
la fusión de secuencias fonéticas y de significados.
Las estructuras sintácticas de una lengua son
limitadas, sin embargo pueden dar lugar a un número no limitado de mensajes
posibles. Este hecho es posible gracias a una característica de la lengua denominada
recursividad. También la recursividad ofrece la posibilidad teóricamente
indefinida de ir encajando unas estructuras sintácticas dentro de otras.
El nivel
fonético-fonológico es un cambio influido
básica por factores internos, relacionados con las propiedades articulatorias o
facilidad de articulación como la asimilación fonética, la disimilación y otros
fenómenos como la epéntesis o elisión de sonidos. La Fonología es la ciencia
que estudia los fonemas, que se representan entre barras: /b/, /d/. El sonido
es la realización concreta e individual de un fonema pronunciado por una
persona. Los hablantes producen variantes diferentes de un mismo fonema. La
Fonética es la ciencia que estudia los sonidos, que se representan entre
corchetes: [d], [ð].
En el
desarrollo pragmático resulta fundamental la intencionalidad. El
niño va descubriendo que puede expresar sus intenciones mediante el lenguaje.
Como esta tarea es compleja, los padres suelen ayudar al niño construyendo un
«andamiaje» (Bruner, 1986), interpretando lo que el niño va a decir antes de
que lo diga y ayudándole a expresarse.
Pragmático se analizan diferentes variables relevantes para la comprensión de un enunciado o para explicar la elección de determinadas formas de realizar el enunciado en función de los factores contextuales. Entre las variables relevantes están:
La situación: En esta parte se analiza el lugar y el
tiempo donde ocurre el discurso. El contexto socio-cultural. Las personas
presentes y el tipo de relación.
La información presuntamente compartida, concreta.
El emisor
Destinatario
Enunciado y el tono de mensaje
Nivel paralingüístico: La
importancia funcional que este tipo de comunicación tiene, desde una
perspectiva lingüística general, es especialmente notoria en las primeras
etapas de desarrollo evolutivo. El lenguaje gestual o paralenguaje, no sólo
cumple con una función reguladora de la intención verbal, al igual que lo hacen
diversos rasgos prosódicos, sino que además esta función de control se traduce en
marcas de mayor o menor intimidad entre el emisor y el receptor en el proceso
de comunicación oral, como también se le atribuye un valor convencional de tipo
social y afectivo en la expresión de emociones y sentimientos.
El tono triste, alegre, entrecortado o fuerte con que
alguien dice un ¡HOLA! O un ¡ADIÓS!, la rapidez o lentitud con que se habla, el
énfasis al pronunciar ciertas palabras son rasgos que tiene valor
significativo. Además, al hablar aparecen normalmente elementos que pueden no
ser conscientes, pero que modifican la compresión del mensaje en algún sentido.
Algunas características que acompañan a la información paralingüística como:
La intensidad o el volumen de la voz.
La velocidad de emisión de los enunciados.
El llanto, la risa, el ritmo, la fluidez, el control de
órganos respiratorios y articulatorios, etc.
Permiten extraer información sobre el estado anímico u
otra información contextual sobre el emisor y constituyen algunos de los
principales elementos paralingüística
EL ADULTO
COMO FACILITADOR DEL LENGUAJE
El adulto como mediador Es del todo obvio que sin la
mediación del adulto el niño llegará tarde a la literatura, y lo más probable
es que no llegue. El adulto es el puente insustituible. Y para que ese puente
funcione bien, son necesarios ciertos requisitos
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Disposición
El
primero de ellos es la disposición.
Una buena disposición significa que el adulto comprende y valora el
asunto, que está convencido de su importancia. A partir de aquí, comienza a
tener solución el eterno problema de la falta de tiempo, ya que entonces el
trabajo de iniciar al niño en el disfrute literario será situado entre las
prioridades de la "agenda". Y como sabemos, para las cosas
priorizadas el tiempo aparece, aunque sea a costa de otras cosas. Todo
depende, obviamente, de nuestra escala de prioridades. Mientras el adulto no
asuma que el tiempo dedicado de este modo al niño es una
"inversión" a largo plazo ―que promete frutos no cuantificables
pero valiosísimos―, no habrá solución. Se requiere, por tanto, un profundo
convencimiento, una especie de fe.
Capacidad
de disfrute
La
buena disposición del adulto implica también una capacidad de
disfrute de ese trabajo, de modo que no le represente un
"trabajo", ni un sacrificio de su tiempo, sino un espacio de
relajación y diversión, un espacio de auténtica sanación en medio de tantas
cargas cotidianas. (El adulto a menudo necesita convencerse de la
necesidad y utilidad de hacer algo que en el fondo le gusta, para hacerlo
sin peso de conciencia. En este caso puede estar tranquilo.)
Memoria de
la infancia
Otra
gran ayuda para el adulto puede ser su propia memoria de la infancia:
todo lo que esté en su memoria selectiva, de carácter anecdótico, emocional y
sensorial: deseos, alegrías, imágenes, amores, rechazos, miedos, vergüenzas,
curiosidades, sensaciones, etc. En la medida en que esa memoria sea rica, le
será más fácil comprender las reacciones de los niños, e imaginar sus
procesos más íntimos. En realidad, es la mejor clave que puede poseer el
adulto para penetrar aunque sea un poco en el misterio de la infancia. Vale
la pena que el adulto ejercite en este sentido su memoria, que medite
detenidamente sobre su infancia tratando de recordar episodios, sensaciones,
imágenes, emociones, afectividades, por intrascendentes que parezcan. Pero,
atención: de ningún modo olvidará que cada historia personal es única, y que
sería un error suponer que cuanto hubo o no hubo en su infancia tiene que
haberlo o no haberlo en la de todo el mundo. La inteligencia de la memoria
radica precisamente en saber distinguir lo general y lo particular en la
experiencia vivida.
Orientación específica
Finalmente,
el adulto por lo común necesita una orientación específica, de carácter
profesional, que le ayude en esa función de puente entre los niños y la
literatura. Una orientación que contribuya a que él mismo, como adulto, vaya
disfrutando cada vez más, en la práctica, del lenguaje y el juego
literarios. Ese es el sentido de un curso o taller especializado,
sobre todo en lo relativo a manejo de repertorio, calidad de lectura y
oralidad literaria.
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